Las cartas de la magdalena

Todo ha empezado un rato antes de las doce de la mañana. Me he empezado a marear un poco. Luego un poco más y un poco más. Me he asustado, porque no entendía qué me pasaba y he tenido mareos vertiginosos ya un par de meses y son muy molestos. De hecho, estaba molesto. Me sentía casi enfadado. Me he golpeado la cabeza con la muñeca un par de veces y he sentido que se paraba.

Pero en cuanto he movido la cabeza de nuevo he vuelto a sentir un mareo, cada vez mayor. Me ha empezado a bajar un hormigueo por los brazos y entonces me he dado cuenta de que había desayunado hacía algo más de una hora. He preguntado para corroborar lo que pensaba que podría ser y me he quedado más tranquilo. Me han advertido y dado consejos, que comiera algo dulce. Pero el hormigueo seguía bajando y me ha llegado al estómago y no me apetecía comer nada.

El hormigueo ha seguido bajando hasta llegar a las puntas de los pies y entonces ha empezado a subir de nuevo. Toda el cuerpo me estaba vibrando. Se me han ido durmiendo los dedos de las manos mientras escribía en el teclado. Cuando me ha vuelto a llegar a la cabeza me he levantado, he apagado el ordenador y me he tumbado en la cama.

El hormigueo ha ido rebotando de arriba abajo y de abajo arriba, sin descanso, haciendo que todo vaya cada vez más lento, cada vez más pausado. Se me ha dormido la garganta, la lengua, los ojos. De pronto mi respiración se ha vuelto cada vez más y más profunda, cada vez más lenta. Incluso me he asustado un poco. Pero luego he comprobado que podía variar el ritmo de mi respiración si quería y me he quedado más tranquilo.

Por dentro me he imaginado un pequeño emisor de ondas en la base del cráneo mandando una única señal hacia el interior de mi cuerpo hueco, y esta señal ha ido rebotando y rebotando por dentro de mí, perdiendo poco a poco energía... estoy lleno de ondas que viajan por mi interior, perdiendo con cada pequeño rebote un poco de energía y viajando entonces cada vez más y más lento. Más y más lento.

El hormigueo ha ido pasando del interior al exterior. Me vibraba la piel. Vibraba contra el edredón de mi cama. He abierto los ojos. He abierto la boca. En el techo de mi cuarto han empezado a aparecer las ondas de mi interior, pero se han ido transformando en figuras fijas, luego en patrones, luego en fractales. Todo ha empezado a girar muy deprisa y me he imaginado que estaba ante las ruletas de un casino. Me he dado cuenta de que mi mente empezaba a pensar de manera circular, relacionando unos momentos recientes con otros. 

He empezado a ser más consciente de mi cuerpo. Si pensaba en mis pies, me hormigueaban los pies. Si pensaba en mis manos, me hormigueaban mis manos. He empezado a oscilar mi cuerpo mentalmente, imaginando que era un pesado barco en medio de una brava mar, sintiendo mi respiración, una respiración profunda, como la inercia de un enorme barco de madera. He empezado a oscilar mi cabeza mentalmente, pensando en cada oscilación mi mente iba más rápida que mi cuerpo, porque mi cuerpo iba lento, muy lento, mucho más lento que mi lenta mente.

He empatizado con William Burroughs. He entendido qué es lo que veía cuando escribía El Almuerzo Desnudo y de pronto me ha gustado más y me han entrado ganas de releerlo. He empatizado con los consumidores, he entendido qué es lo que les lleva a repetir. Me han entrado ganas de probar otras cosas de manera totalmente consciente y experiencial. Ha sido entonces cuando he decidido escribir esta entrada.

Mi cuerpo estaba vago, lento, indolente. No me apetecía moverme. Pensar en moverme ya era cansado de por sí. Pero al final me he movido y no me ha costado más. Lo que costaba era pensar en moverse, en la pereza de empezar a moverse. Pero nada más. He cogido el móvil. Alguien me ha preguntado si estaba bien. Alguien me ha dicho que beba agua. Alguien me ha dicho que quería leer esta entrada. El móvil me parecía de juguete, como si fuera de plástico del malo. Mis dedos iban lentos pero firmes, escribiendo mensajes en la pantalla. La forma del móvil ha empezado a cambiar en mis dedos, de rectangular a trapezoidal, y viceversa.

Los ojos han empezado a pesarme cada vez más. El hormigueo seguía ralentizándome poco a poco, recorriéndome internamente cada vez más despacio. Sentía cómo la boca se me iba secando y cómo se me iban pegando los labios a los dientes. Me he pasado la lengua para despegarlos y la tenía muy seca. He pensado en moverme a coger la botella de agua y beber un poco pero me ha dado demasiada pereza moverme tanto.

He vuelto a abrir los ojos un rato. En el techo de mi cuarto se han vuelto a formar figuras, pero ahora soy consciente de ello y se mueven según voy girando los ojos. Me he mareado un poco y he vuelto a cerrar los ojos. Sentía poco a poco sentir mi cuerpo cada vez más y más parado, si es que era todavía posible.

Entonces he sentido que mis pensamientos iban cada vez más y más despacio. Como si esa onda inicial primero me hubiera impregnado el cuerpo y luego la mente. Mis ideas iban cada vez más y más lento. He intentado repasar mentalmente las cosas que había sentido para que no se me olvidaran. Pero todo iba cada vez pausado. He preguntado cuánto me podría durar esta sensación. Me han dicho que hasta varias horas. He mirado el reloj. He pensado que podría adelantar la siesta y he cerrado los ojos un rato.

Cuando los he vuelto a abrir he notado que el techo se movía menos. He sentido mi respiración un poco más rápida. No tenía sensación de mareo. He pensado en empezar a moverme poco a poco. He estado hablando un poco. Me he levantado y he encendido el ordenador. He comido unas cuantas chuches. Cada vez siento más los dedos, aunque me duele un poco la cabeza. Me está entrando hambre. Creo que voy a comer.

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