Revisitarse

Mucha gente me pregunta por qué tengo un blog o por qué publico mis escritos de manera pública. A veces yo me hago las mismas preguntas, y no siempre hallo las mismas respuestas.

Sin embargo, no hay nada como revisitarse, releerse, repensarse. Volver a leer mis viejas entradas del blog es un viaje a conocer a mi YO del pasado. Es un ejercicio que no hago demasiado a menudo, pero que siempre es enriquecedor, porque me permite entender quién era antes y el camino que me ha llevado a ser quien soy ahora.


El camino que se recorre es como la tinta que se escribe sobre el papel. A veces está torcida, a veces ininteligible, a veces medio borrada. Lo único que siempre está ahí es mi firma, esas siglas S.C.D. que me perseguirán siempre, que tuvieron un significado que ya no tiene para mí. Porque revisitarse sirve para comprender que tu YO del pasado no tiene por qué ser tu YO del presente ni tu YO del futuro.

Aprender de uno mismo es algo que no tiene precio. Cada paso que damos, cada letra que escribimos, cada gota que bebemos... son parte de la novela que compone nuestra Historia. Pero si no releemos de vez en cuando los primeros capítulos, puede que olvidemos el argumento, algún personaje secundario importante o incluso el ritmo de la narración, y entonces empecemos a improvisar hasta acabar convirtiéndonos en un frankestein sin pies ni cabeza.

Revisitarse es aprender. Revisitarse es emoción. Revisitarse es descubrir. Revisitarse es dolor y alegría y tristeza y amor. Revisitarse es sorprenderse. Revisitarse es pasado, pero nos conduce al futuro.

Imagen por Laura Paunero

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